En el marco de la transición energética global, el hidrógeno renovable ha capturado la atención como una herramienta clave para descarbonizar sectores difíciles de electrificar, como el transporte pesado, la industria y la generación de energía. Sin embargo, más allá de las economías avanzadas, el hidrógeno renovable también representa una oportunidad transformadora para los países en desarrollo, que podrían posicionarse como actores estratégicos en esta revolución energética global.
Contenido del artículo
Un potencial sin precedentes: Sol, viento y espacio disponible
Muchas naciones en desarrollo cuentan con recursos naturales que las convierten en candidatas ideales para liderar la producción de hidrógeno renovable. Regiones como el norte de África, el sudeste asiático y partes de América Latina poseen abundantes recursos solares y eólicos, además de grandes extensiones de terreno. Este potencial permite no solo producir hidrógeno renovable a costos competitivos, sino también exportarlo a mercados con alta demanda, como la Unión Europea o Japón.
Por ejemplo, Marruecos ha iniciado proyectos emblemáticos con apoyo de la Unión Europea y Alemania, como la planta de Chbika, que combina energía solar y eólica para producir hidrógeno renovable y derivados. En América Latina, Chile ha implementado su estrategia nacional de hidrógeno, con la ambición de convertirse en el productor más barato del mundo para 2030, gracias a su privilegiado potencial renovable.
Atracción de capital y desarrollo industrial
El interés internacional en el hidrógeno renovable está incentivando inversiones extranjeras directas en países en desarrollo. Instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) están destinando recursos para financiar proyectos relacionados con la producción y exportación de hidrógeno en estas regiones. El BEI, por ejemplo, ya ha destinado más de 550 millones de euros a proyectos de hidrógeno en África. Asimismo, el BM, a través de su Programa de Energía Sostenible para Todos (SE4All), apoya el desarrollo de políticas y regulaciones que faciliten la integración de energías renovables y la transición hacia un modelo energético limpio.
En paralelo, la UNIDO (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) está promoviendo el hidrógeno como un vector para el desarrollo industrial sostenible. Un ejemplo de ello es el Programa Global de Hidrógeno Verde, que busca fomentar la cooperación tecnológica y la transferencia de conocimientos hacia países en desarrollo.
Generación de empleo y valor añadido
El impacto del hidrógeno verde va más allá de la generación de energía. Su implementación puede desencadenar una transformación industrial al crear nuevos mercados y empleos a lo largo de su cadena de valor. Según estimaciones de la Irena (Agencia Internacional de la Energía Renovable), para 2050 el hidrógeno renovable podría generar hasta 30 millones de empleos a nivel mundial, muchos de ellos en países en desarrollo.
Además, al utilizar hidrógeno renovable en industrias como la producción de fertilizantes y combustibles sintéticos, estas naciones pueden reducir su dependencia de importaciones costosas y mejorar su balanza comercial. Por ejemplo, Egipto está desarrollando proyectos para integrar hidrógeno renovable en la producción de amoníaco, un insumo clave para su sector agrícola.
Desafíos: Financiación, infraestructura y capacidades locales
Pese a sus ventajas, los países en desarrollo enfrentan desafíos significativos para aprovechar plenamente el potencial del hidrógeno verde. El acceso a la financiación es una barrera crítica. A menudo, estos países carecen de los recursos iniciales necesarios para implementar proyectos a gran escala. Aquí es donde programas internacionales como los del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) y la UNIDO son fundamentales, proporcionando asistencia técnica y apoyo financiero.
Otro desafío clave es la infraestructura. Producir hidrógeno renovable a bajo costo no es suficiente si no existen los medios para transportarlo y almacenarlo de manera eficiente. Países como Namibia, con gran potencial para producir hidrógeno renovable, ya han comenzado a desarrollar puertos especializados y redes de distribución con el apoyo de socios internacionales.
Finalmente, la falta de capacidades locales puede limitar el impacto de estos proyectos. Iniciativas como la Plataforma de Hidrógeno Verde del BID y la Coalición de Transición Justa de la ONU buscan abordar este problema mediante la formación de trabajadores y la creación de ecosistemas locales de innovación.
Un horizonte prometedor
Si bien los retos son significativos, el hidrógeno renovable representa una oportunidad única para los países en desarrollo. Con el apoyo adecuado, estos pueden convertirse en líderes globales en la producción de hidrógeno y, al mismo tiempo, lograr una transición energética que fomente el desarrollo económico, reduzca la pobreza y proteja el medio ambiente.
El hidrógeno ver renovable de no es solo una fuente de energía limpia; es un motor para el cambio estructural en los países en desarrollo. Ahora es el momento de que estos países den un paso al frente, capitalicen sus ventajas competitivas y se conviertan en protagonistas de una economía global segura, descarbonizada y sostenible.