Descarbonización,  HIDRÓGENO

Una revisión al papel fundamental del hidrógeno en los Juegos Olímpicos: Tokio 2020

Introducción

 Los Juegos Olímpicos son un acontecimiento histórico y generacional: la mayor competición deportiva del mundo realizada cada cuatro años, a excepción del periodo de Guerras Mundiales. Inicialmente planificados para el verano de 2020 y tras un parón de un año debido al covid-19, finalmente se han llevado a cabo en la capital nipona, concluyendo hace tan solo un mes y adelantando su ya próximo destino: París 2024.

Sin duda alguna, la de este año será recordada como “la edición de las primeras veces” debido a las medidas que la organización ha tenido que tomar a causa de la pandemia mundial: estos han sido los primeros JJOO modernos que han tenido lugar en año impar, los primeros desarrollados en un año distinto al de su nomenclatura y, por primera vez, sin la presencia de público en los estadios. Pero también quedarán registrados como “los Juegos Olímpicos del hidrógeno”, marcando un antes y un después histórico, al ser los primeros realmente concienciados con el medio ambiente: no solo las medallas estaban hechas a partir de materiales reciclados, sino que también han servido de escaparate para una tecnología de futuro -ya muy presente-, firme candidata a combatir la crisis climática: el hidrógeno, utilizado como la solución energética principal a lo largo de las dos semanas de competición.

El hidrógeno en Japón

Japón es pionero en el desarrollo y potenciamiento del hidrógeno como alternativa a los combustibles fósiles. Pese a que se constituyó como la tercera economía más grande del mundo sobre una base industrial impulsada por el petróleo, el gas y el carbón importados, la tragedia de Fukushima aceleró la apuesta por este vector y por las energías renovables. En 2014, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria dio a conocer su hoja de ruta a este respecto, planeando, ya en ese momento, la convocatoria olímpica como una oportunidad de demostrar al planeta la viabilidad del hidrógeno. El fuerte liderazgo del país del sol naciente en torno a esta cuestión se vislumbraba desde 2009, cuando las empresas Tokyo Gas y Panasonic fueron las primeras en comercializar pilas de combustible de uso doméstico. En los años posteriores, Honda y Toyota, los dos gigantes de la industria automotriz japonesa, también apostaron por el hidrógeno como solución para la movilidad, poniendo a la venta modelos propulsados por pila de combustible. Paralelamente, la inversión del Gobierno fue aumentando hasta llegar a los casi 300 millones de dólares en los dos años previos a 2019, sin contar con la inversión privada.

Más recientemente, y con el objetivo puesto en la reducción de emisiones de cara a 2050, el envite del gobierno de Japón, de su tejido privado y de su sociedad por el hidrógeno como vector energético de futuro sostenible, ha llegado a sus máximas cotas en los últimos años. A pesar de que actualmente más de tres cuartas partes de su gasto energético dependen de la energía térmica, el país es muy consciente de que las energías solar y eólica no son suficientes para alcanzar sus objetivos medioambientales, por lo que reconocen al hidrógeno como el vector energético del futuro. Un claro ejemplo de esto es Woven City, una nueva ciudad de 70 hectáreas, creada por Toyota a los pies del monte Fuji, basada en el cuidado del medio ambiente, la autonomía, la robótica, la inteligencia artificial, la movilidad personal y, por supuesto, el hidrógeno.

Son numerosos los proyectos que se encuentran actualmente tanto en estadio de desarrollo como completamente funcionales en las islas niponas respecto a la investigación, producción y utilización del hidrógeno. Por ello, no resulta extraño que el Gobierno haya aprovechado uno de los mayores momentos de exposición mediática para demostrar la eficacia y viabilidad de este vector de energía.

El hidrógeno en los Juegos Olímpicos

La llama olímpica es uno de los símbolos más reconocibles de la humanidad, y el encendido del pebetero marca el inicio y final de su recorrido precedente a la celebración de los Juegos, y su continuidad entre una edición y la siguiente. Históricamente, este elemento ha sido mantenido en combustión mediante el carbón, el propano e incluso el aceite de oliva. Pero en Tokio 2020 el pebetero olímpico ha sido alimentado con hidrógeno, como símbolo del impacto del cambio climático sobre la tierra y de las oportunidades que ofrecen las energías limpias como la solución a este problema. El uso del hidrógeno para este fin no supone una cuestión meramente simbólica, ya que también ha sido ampliamente utilizado a nivel logístico, de infraestructura y de movilidad. La encargada de suministrar todo el hidrógeno necesario ha sido una de las plantas de hidrógeno renovable más grandes del mundo, inaugurada en Fukushima en 2020, con un electrolizador de 10 MW y un parque solar de 20 MW.

En términos de logística y movilidad, 500 vehículos propulsados por pila de combustible fueron los responsables de trasladar a los deportistas, funcionarios y periodistas entre la Villa Olímpica, localizada en Tokio, y los lugares de competición. También se pusieron a disposición de la organización 100 autobuses, cada uno con 10 tanques de hidrógeno, y otros 850 vehículos de movilidad personal. Entre los mismos se encontraban el APM, con una autonomía de 100 km, 19 km/h de velocidad máxima y con capacidad para 7 ocupantes; el e-Palette (desarrollado en asociación con Pizza Hut, Amazon, Uber y Mazda), vehículo completamente autónomo y que cubrió las principales rutas en el interior de la Villa y entre los estadios; y patinetes unipersonales, todos producidos por Toyota y alimentados íntegramente por hidrógeno.

A nivel de infraestructuras, la Villa Olímpica de Tokio se concibió y llevó a cabo como una demostración de que la tecnología del hidrógeno puede ser utilizada en la práctica. Ha sido construida como una “ciudad del hidrógeno” en miniatura, demostrando el potencial que este vector energético puede tener a gran escala: el agua caliente de las cafeterías, habitaciones, aseos comunes y salas de entrenamiento se produjo empleando hidrógeno. También la climatización y toda la electricidad consumida en la Villa Olímpica durante el transcurso de los Juegos fue generada a través de hidrógeno. Además, la concepción de la Villa posee una visión a largo plazo y, como ha ocurrido en otras ocasiones, esta llamada a convertirse en alojamiento residencial tras la finalización de los Juegos Olímpicos. Dichas propiedades se conectarán a un suministro de hidrógeno renovable que servirá como alternativa al suministro de gas fósil convencional en los hogares, acercando y generalizando, aún más, la utilización de este vector energético entre la ciudadanía.

Conclusión

La gran dependencia energética del exterior heredada de Fukushima es una de las causas que han llevado a Japón a dirigirse hacia la apuesta por el hidrógeno, así como las dificultades geográficas que el país posee para el desarrollo de otras energías renovables. Tal y como revela el lema de los JJOO (citius, altius, fortius) la edición de este año ha servido como un gran escenario para la viabilidad del hidrógeno como vector energético eficientemente aplicado a pequeña escala y su aplicación a mayor volumen en un llamamiento mundial: más rápido, más alto y más fuerte.

Esto supone un ejemplo más del potencial que podría tener España en este ámbito. Existen numerosas empresas con la capacidad de desarrollar la tecnología necesaria para producir hidrógeno con la mayor eficiencia, y nuestra geografía ofrece una importante ventaja comparativa en el acceso a las energías renovables. El apoyo a esta investigación y la colaboración público–privada resulta de vital importancia para la obtención del objetivo común: la consecución de un planeta limpio y sostenible a través de un compromiso sin fisuras con el hidrógeno.