A medida que la conciencia sobre la necesidad de fuentes de energía más limpias continúa creciendo, se espera que los países occidentales sigan impulsando la transición hacia un sistema energético más sostenible. En este contexto, Estados Unidos se ha situado recientemente a la cabeza con una apuesta decidida y concreta sobre el hidrógeno que, en estos momentos, le posiciona como líder en el desarrollo de políticas renovables frente a Europa. Según la consultora Wood Mackenzie, se calcula que la nueva ley de Biden impulsará la inversión anual en renovables en EE.UU. hasta casi 114.000 millones de dólares en 2031.
Estados Unidos ha experimentado una evolución significativa en la promoción de las energías renovables, específicamente en los campos de la energía eólica y solar. En la primera, se ha convertido en uno de los líderes mundiales -aunque siempre por detrás de China- en producción durante la última década, alcanzando importantes cifras de capacidad instalada. Tal es la fuerza de instalación de la energía eólica en EE.UU. que en el suroeste del país las nuevas turbinas eólicas representaron casi el 80% de las nuevas incorporaciones de energía, según un informe de la Oficina de Eficiencia Energética y Energía Renovable de Estados Unidos. En el ámbito de la energía solar, el gobierno federal ha implementado un crédito especial y ha realizado una importante inversión en investigación y desarrollo de tecnologías.
En los últimos años, en el vector energético del hidrógeno, Estados Unidos ya contaba con algunos antecedentes legislativos destinados a impulsar la implantación del hidrógeno y lograr ser un país neutro en carbono en 2050: En 2020, se aprobó la Bipartisan Infraestructure Law (BIL, por sus siglas en inglés), que contemplaba la movilización de 9.500 millones de dólares para el despliegue de estaciones de repostaje de hidrógeno, el desarrollo de normas y códigos, y la investigación y desarrollo de tecnologías relacionadas. Más tarde, se desarrollaron propuestas específicas, como el paquete legislativo de infraestructuras de 2021 y la Ley Inflation Reduction Act (IRA, por sus siglas en inglés) de 2022.
La Ley de Reducción de la Inflación se propuso con la intención inicial de establecer políticas que hiciesen frente a la inflación tras la COVID-19. Sin embargo, se ha convertido en la ley sobre energía más importante que se ha creado en Estados Unidos en la última década. De hecho, el propio presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, la definió como “la mayor inversión jamás realizada para combatir la crisis de cambio climático”.
La IRA pretende reducir un 40% las emisiones contaminantes del país para 2030. Para ello, incluye varias disposiciones fiscales e importantes programas de subvenciones y préstamos para apoyar el despliegue de tecnologías de energía limpia innovadoras. Además de créditos fiscales a la producción y a la inversión, implica proporcionar 27.000 millones de dólares destinados a la movilización de financiación en energías renovables.
Lo que hace esta ley es dar facilidades al desarrollo de proyectos. En concreto, la IRA, además de proporcionar créditos fiscales de 3 dólares por kg de hidrógeno verde, ofrece créditos para el almacenamiento de energía, establece una escala de subvenciones gradual basada en el nivel de emisiones, y permite que los estadounidenses que compren vehículos eléctricos (incluidos, por supuesto, los de hidrógeno) reciban hasta 7.500 dólares en créditos fiscales. Con ello, se busca hacer más competitivo al hidrógeno verde frente a otras tipologías de hidrógeno que no son cero emisiones.
En junio de 2021, el Departamento de Energía de los Estados Unidos anunció la iniciativa Hydrogen Shot. Esta tiene como objetivo reducir los costes del hidrógeno limpio en un 80%, para llegar a 1 euro por kg para el año 2030, promoviendo la investigación, el desarrollo y la adopción de tecnologías relacionadas con el hidrógeno.
Como parte de un programa más amplio de centros de hidrógeno de 8.000 millones de dólares financiado a través de la Ley Bipartidista de Infraestructuras, el 12 de septiembre de 2022 se anunció la creación del Regional Clean Hydrogen Hubs program o H2Hubs, un programa en el que se invertirán 7.000 millones de dólares para desarrollar, en su inicio, 10 centros regionales de hidrógeno verde en Estados Unidos. Estos tienen el objetivo de formar parte de una red de que tiene como objetivo la descarbonización de varios sectores de la economía, la inversión en energías alternativas, la creación de empleo y el aumento de la seguridad energética.
Volviendo al BIL, su sección 40314 define el término «centro regional de hidrógeno limpio» como «una red de productores de hidrógeno limpio, consumidores potenciales de hidrógeno limpio e infraestructura conectiva ubicada en las proximidades». El Programa establece que cada H2Hub esté ubicado en “una región diferente de los Estados Unidos y utilice los recursos energéticos que abundan en esta región”, además, contempla varios requisitos para los H2Hubs, entre los que se encuentra la utilización de diversidad de materias primas y la diversidad de usos finales.
Por el momento, Maine y Rhode Island ya han firmado un acuerdo multiestatal liderado por Nueva York, uniéndose a Connecticut, Massachusetts y Nueva Jersey para desarrollar uno de los cuatro centros regionales de hidrógeno limpio designados a través del programa federal. Paralelamente, varias empresas y organizaciones en Estados Unidos han estado trabajando para expandir la infraestructura de repostaje de hidrógeno en todo el país.
Actualmente es en el estado de California donde se está mostrando un liderazgo claro por la apuesta por el hidrógeno. En septiembre de 2020, el gobernador de California, Gavin Newsom, firmó la Ley del Hidrógeno de California (AB 1657), que establece un marco regulatorio para promover este vector energético, y que vino acompañada de un programa de inversiones (California Hydrogen Investment Program) centrado en respaldar la construcción de infraestructura de hidrógeno. Actualmente está en marcha un plan de inversión en estaciones de servicio de hidrógeno y estaciones de carga para vehículos eléctricos. Se han anunciado varios proyectos en colaboración con fabricantes de automóviles y empresas de energía para expandir la infraestructura de recarga de hidrógeno y fomentar el uso de vehículos de celdas de combustible en la región.
Otro de los estados donde más intensamente se está apostando por el hidrógeno es en Texas, que ha anunciado planes para desarrollar una infraestructura de hidrógeno a gran escala, aprovechando su capacidad existente de producción de energía renovable, utilizando el hidrógeno como fuente de energía en diversos sectores como el transporte, la industria y la generación de electricidad.
Finalmente, el estado de Nueva York, que ha abierto este mismo mes de mayo una convocatoria de proyectos de hidrógeno, ha enfocado una parte importante de su transición energética en la movilidad. En el mismo sentido, la Autoridad Metropolitana de Transporte de Nueva York lidera la construcción de una flota de autobuses de hidrógeno en la gran manzana y en todo el estado. Esta incluiría una completa infraestructura de recarga que apoyara la reducción de emisiones de la ciudad neoyorquina.
En el ámbito marítimo también se están haciendo importantes avances. El proyecto H2@Ports se centra en el uso de hidrógeno en puertos marítimos de Estados Unidos para reducir las emisiones y mejorar la eficiencia energética en el transporte marítimo y portuario. Se están llevando a cabo investigaciones y demostraciones de tecnologías de hidrógeno en colaboración con las autoridades portuarias y las empresas del sector.
En el área del almacenamiento, una de las partes más importantes del proceso de producción y comercialización del hidrógeno verde, se está promoviendo la ‘Advanced Clean Energy Storage’, centrada en la creación de una instalación de almacenamiento subterráneo de hidrógeno en Utah, que almacenará hidrógeno en dos cavernas con un equivalente de 150 GWh cada una. Su función, además de servir como fuente de hidrógeno verde, será la de garantizar el suministro en momentos de alta demanda energética o en el que haya una baja generación de renovables.
Estos solamente son algunos ejemplos de acciones públicas y proyectos privados que se están llevando a cabo en el territorio estadounidense. Si prosperan, será gracias a la concreción de las propuestas, su sencillez administrativa y las numerosas garantías legales y de inversión que ofrece, lo que puede posicionar a Estados Unidos como un potencial líder en hidrógeno verde en el tablero mundial.