Ponencia impartida el 28 de mayo de 2009 sobre Desarrollo Sostenible en el acto del centenario de la Asociación de la Prensa de Sevilla y la Cámara de Comercio de Sevilla.
Contenido del artículo
Parte I – Introducción
Me propongo compartir con ustedes algunas ideas y opiniones sobre temas generales que entiendo son de especial relevancia económica y social, y que por lo tanto, lo son también para Sevilla. Comenzaré por lo que hemos llamado el desarrollo sostenible de la economía. Trataré también de transmitirles mi opinión sobre las energías renovables y sobre cómo estas pueden ser un motor clave en ese desarrollo sostenible que nos permita salir de la difícil situación en la que nos encontramos. Intentaré por último, compartir con ustedes unas reflexiones sobre qué actitud podemos tener y que papel que podemos jugar desde un lugar como Sevilla para contribuir al desarrollo sostenible y bienestar de todos en un mundo globalizado. Comenzaré pues por referirme muy brevemente a la situación económica.
Después de 15 años de crecimiento continuado de la economía mundial, europea y española, que se caracterizaron por el avance de las tecnologías, por unos mercados globales y flexibles, y por la abundancia de liquidez, se desencadena a partir de mediados de 2007 una gran crisis financiera que arrastra a toda la economía. Crisis en gran medida desencadenada por algunos que, en la búsqueda de alta rentabilidad, olvidaron el control, la existencia del riesgo, las buenas prácticas y en ciertos casos incluso la moral. Así pues, tras esos años de liquidez abundante y consumo creciente, se genera una situación en la que ocurre justo lo contrario: escasea la financiación, se crea un clima de desconfianza generalizada, y toda la economía se contrae.
En España, la crisis financiera global se ve acompañada desde el principio por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Además, esto ocurre en una economía en la que la construcción tiene un tamaño respecto al PIB casi el doble que la media europea. En esos años, el hiper-desarrollo del sector de la construcción había conducido a un gran endeudamiento exterior de las entidades financieras y por tanto, a un extraordinario déficit por cuenta corriente en relación al PIB, lo cual dificulta enormemente la actividad crediticia. Nos encontramos pues ante una situación de falta de liquidez, descenso de la actividad económica, y rápido crecimiento del desempleo.
En los diferentes países se están implementando ya desde hace unos meses medidas de todo tipo para inyectar liquidez, para ayudar a empresas y entidades financieras en dificultades; así como para estimular el consumo y la actividad económica. No obstante, la salida de esta situación nos llevará algún tiempo y requerirá importantes esfuerzos por parte de los gobiernos, de los ciudadanos y de todos los agentes económicos y sociales.
Desde mi punto de vista, existen algunos tipos de medidas que son claves para el desarrollo sostenible de un país y más en el momento presente. Inversiones en generación de conocimiento, en formación, en I+D+i, y en infraestructuras tales como las de transporte, energía o tecnológicas, son elementos claves en ese sentido. Al igual que lo son, el esfuerzo y el sacrificio de todos y en particular de quienes tienen, o tenemos, mayores posibilidades de contribuir a este desarrollo.
Entiéndase que cuando hablo de desarrollo sostenible me refiero a aquel que contiene sus tres elementos fundamentales: un desarrollo económico que se pueda mantener en el tiempo, un desarrollo sostenible que permita dejar nuestro planeta en unas condiciones medioambientales para que las futuras generaciones puedan disfrutar de él, y un desarrollo en el que todos tengan la oportunidad de participar sin grandes desigualdades.
En este contexto de impulso al desarrollo global sostenible, entiendo como condición necesaria e inaplazable la necesidad de combatir el cambio climático si queremos evitar que, en no muchos años, estemos ante otra gran crisis de dimensión planetaria, y que en esa ocasión sea mucho más que una crisis económica. Un elemento clave, o mejor dicho, el elemento clave en esa lucha contra el cambio climático es el desarrollo de las energías renovables como alternativa a los combustibles fósiles. Pero es más, el desarrollo y generalización de estas energías representa a una gran oportunidad para la reactivación económica y por tanto el desarrollo que deseamos.
(Ponencia impartida el 28 de mayo de 2009 Felipe Benjumea sobre Desarrollo sostenible).
Parte II – El modelo energético
Desde mi punto de vista, el modelo energético actual basado en que más del 80% de las fuentes primarias de energía proceden de combustibles fósiles está agotado.
Agotado; primero, en el sentido de que el plazo de unos años se agotarán las fuentes de petróleo y gas. En segundo lugar, agotado porque produce un calentamiento progresivo de la atmósfera debido a la emisión de gases de efecto invernadero y por lo tanto, es insostenible en el tiempo.
Respecto a la primera razón, existe un amplio consenso entre los expertos sobre el hecho de que en un plazo de entre 10 y 20 años, dependiendo del crecimiento de la actividad económica, se alcanzará el cenit del petróleo (“Peak Oil” en inglés). En ese momento no es que se vayan a agotar súbitamente las fuentes de petróleo pero sí que se habrá alcanzado el punto en el que la cantidad de petróleo extraída anualmente habrá alcanzado su máximo. Cualquier crecimiento adicional del consumo energético deberá provenir de otras fuentes. Posteriormente y en unos años más, la producción comenzará a descender por agotamiento progresivo de las fuentes.
Respecto a la segunda razón a que aludía, el calentamiento global, existe ya consenso entre los científicos sobre el hecho de que las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el consumo de combustibles fósiles producen un lento y progresivo calentamiento de nuestro planeta. Es evidente que un incremento significativo en la temperatura de la atmósfera acarrearía graves alteraciones en la biodiversidad y en las condiciones de vida sobre la tierra, incluyendo las de la vida del ser humano.
La solución a este gran reto energético mundial sólo puede ser un nuevo modelo basado en las energías renovables. Esta afirmación se fundamenta en la idea cierta de que el sol es nuestra fuente última de energía. Si somos capaces de emplearla en una pequeña proporción, será suficiente. La radiación solar sobre la tierra supone más de 10.000 veces el consumo energético mundial. En tan sólo una hora la tierra recibe más energía del sol que la que consumimos en un todo un año.
El aire limpio es un bien público global y como tal, los mecanismos económicos del “mercado” difícilmente tienen en cuenta su deterioro. Los individuos por su parte, tienden a traspasar a otros la financiación de este tipo de elementos y no contemplan en su actividad externalidades negativas. Es por tanto necesario, para preservar nuestra forma de vida y el medioambiente, establecer mecanismos de regulación que incluyan en el precio de la energía el coste de las emisiones originadas por su producción y consumo.
Existen en este momento fuentes renovables de energía que reducen muy significativamente estas emisiones y que pueden ir sustituyendo progresivamente a las energías fósiles. Su precio será competitivo sin ninguna financiación pública en muy pocos años. En algunos casos la energía de origen renovable es ya competitiva sin ningún tipo de ayuda y más aún lo será cuando se deban soportar directamente los costes de emisión de gases de efecto invernadero como forma de evitar que de manera inexorable se vaya convirtiendo la atmósfera en un gran vertedero de residuos de la combustión.
Hablaré por un momento de los biocombustibles cuyo coste de producción en países como Brasil es ya competitivo con el de la gasolina. Se que el uso de biocombustibles ha suscitado recientemente una cierta polémica sobre su conveniencia.
Durante la escalada general de precios de las materias primas ocurrida a finales de 2007 y el primer semestre de 2008, asistimos a un intento de convertir a los biocombustibles en responsables del incremento del precio de los cereales, del hambre y de otros grandes males del mundo. La idea quedó claramente desmontada cuando se produjo un descenso de los precios del grano en la segunda mitad del mismo año mientras continuaba creciendo la producción de biocombustibles.
Aquella tesis sólo podía estar basada en la desinformación y en el interés de algunos. No habría nada más rentable para quienes pretenden que todo siga igual que la promesa permanente de energías limpias que estarían disponibles a 20 años vista pero que nunca llegarán a ser una realidad.
Según el profesor Hausmann de la Universidad de Harvard, existen en el mundo 700 millones de hectáreas sin cultivar que permitirían producir una cantidad de biocombustible similar a la actual producción de petróleo.
No quiero decir con todo esto que no haya que controlar el origen de los biocombustibles. Evidentemente que sí. De la misma manera que hay que controlar que todos los productos que consumimos a diario no han sido producidos con la explotación de menores o con grave deterioro del medioambiente.
Pero volvamos al conjunto de las energías renovables. Debe decirse que la energía eléctrica que producimos a partir del sol en lugares como las plantas de Abengoa en Sanlúcar la Mayor es hoy todavía algo más cara que la producida a partir de petróleo o gas, pero conviene que nos detengamos en algunos elementos de capital importancia para un futuro ya cercano.
En primer lugar, su coste continúa descendiendo al igual que lo ha hecho progresivamente en los últimos años, según producimos más y mejor. Se estima que en un tiempo de entre 10 y 15 años, dependiendo del precio del petróleo, resultará más barato producir electricidad solar en el sur de España que hacerlo a partir de petróleo.
En segundo lugar, en esta comparación de costes no se ha tenido en cuenta hasta ahora, el ahorro de emisiones de gases nocivos que conlleva la energía solar en relación con la de origen fósil. El ahorro de emisiones, no sólo es una gran ventaja en cuanto al medioambiente sino que hará que la electricidad solar sea aún más rentable que la de origen fósil, desde un punto de vista estrictamente económico, una vez establecido el sistema de pago de derechos de emisión de gases de efecto invernadero.
Por otra parte, con la energía solar construimos centrales y producimos electricidad sin depender de terceros países con lo que eso representa para nuestra balanza de pagos y nuestra seguridad energética. Proyectamos y construimos generando empleo para un número significativo de personas de nuestro entorno más cercano.
Durante algunos años más, el pleno desarrollo sostenible de las energías renovables requiere de actividades tecnológicas y de I+D+i que permitan rebajar aún más los costes de producción, así como de mecanismos de regulación que ayuden en sus fases iniciales de desarrollo. Este hecho no sería nada excepcional si se lo compara, por ejemplo, con el siguiente dato tomado de Financial Times: el gobierno británico asignó en el año 2003 siete libras de subvención a las energías fósiles por cada libra asignada a las renovables.
El desarrollo de estas nuevas energías requiere de dirigentes públicos que miren al largo plazo y de empresarios emprendedores que sepan impulsar su desarrollo.
Todas estas tecnologías deben conducir, a que las energías renovables reemplacen a las de origen fósil y que nuestros hijos (y no ya nuestros nietos) vivan en un mundo donde los combustibles fósiles sólo se utilicen marginalmente.
Éste es el siglo del fin de las energías fósiles y esto significa un cambio profundo en los costes de la energía, en las ubicaciones de las fuentes y en algunas estructuras de poder.
Debemos ser conscientes, de que todo esto no puede llevarse a cabo sin forzar importantes resistencias. Permítanme citar literalmente el párrafo con el que concluía el editorial de la revista Nature del pasado 14 de Agosto, dedicado a la necesaria transición hacia las energías renovables:”Hay grupos de intereses que naturalmente se opondrán a esta transición y ello deberá ser tratado mediante un liderazgo político firme y resolutivo”.
(Ponencia impartida el 28 de mayo de 2009 por Felipe Benjumea).
Parte III – El futuro de la energía
Pero las energías renovables no solo son una necesidad sino que a su vez constituyen una gran oportunidad para un país como el nuestro, en una situación como la que he descrito al principio. Creo que si en España se hiciese un plan para que en 2020 el 50% de sus fuentes de energía fuesen renovables, se produciría un desarrollo industrial y tecnológico, de tal calibre, que nos sacaría de la crisis y nos colocaría en el liderazgo mundial del desarrollo de esta tecnología que guiará el siglo XXI. Además, esto nos permitiría salir de la costosísima situación de dependencia energética que padecemos.
En estos momentos, un programa de apoyo decidido a las energías renovables permitiría la creación a corto plazo de una cantidad importante de empleos para personas que se ocuparían tanto en el desarrollo como en la construcción de plantas. Por ejemplo, un número importante de plantas termosolares, permitiría volver a la actividad, tras una breve formación, a muchas personas que hasta ahora habían trabajado en el sector de la construcción o su industria auxiliar.
Por otra parte, el desarrollo de un amplio programa de I+D+i permitiría a España ser líder en un sector tecnológico estratégico por primera vez en su historia y a Andalucía a participar de manera significativa en este liderazgo.
Así mismo, una alta cuantía de energías renovables mejoraría sustancialmente nuestro déficit exterior, nuestra seguridad energética y por lo tanto, nuestra seguridad nacional.
Las tesis de un mundo sostenible y un mundo occidental energéticamente independiente, han guiado la estrategia de Abengoa en los últimos años. Con ese fin hemos invertido en investigación y desarrollo de energías renovables importantes cantidades en los últimos años y tenemos la intención de seguir haciéndolo en mayor medida en los próximos. Sólo en el año 2008 la I+D en estos temas supuso en Abengoa más de 50 millones de euros.
En los últimos meses hemos visto con satisfacción como el Presidente Obama proponía medidas de este tipo para salir de la actual crisis económica y mejorar la seguridad energética de los Estados Unidos. Medidas de impulso al ahorro y la eficiencia energética, al desarrollo de la energía solar, o a los biocombustibles de segunda generación.
Claramente consciente de la especial dificultad que tiene el cambio de las estructuras de poder a las que yo antes aludía, el Presidente de los Estados Unidos, en su discurso de presentación de sus primeros presupuestos hace ahora dos meses, decía lo siguiente: “se que estas medidas no sentarán bien a los grupos de presión que están acostumbrados a la manera tradicional de hacer negocio”. Obama anunciaba (y cito literalmente de nuevo): “el fin de recortes en impuestos a las compañías petroleras por valor de 30.000 millones de dólares anuales para con ellos financiar una economía de las energías renovables”. Augurando dificultades para modificar el status quo, decía: “Se que ellos se preparan para la lucha” y añadía: “yo también”.
Como les decía al principio, cerraré esta intervención con unas breves reflexiones sobre qué actitud podemos tener en el actual contexto global de crisis, qué papel podemos jugar para contribuir a nuestro propio desarrollo en un mundo globalizado, y cómo debemos generar y aprovechar las oportunidades desde una ciudad como la nuestra. Desde Sevilla.
Quiero mostrarles algunas opiniones que reflejan principios y actitudes ante las cosas. Estas opiniones y actitudes no son ni las únicas ni las mejores. Nada más lejos de mi intención que pretender dar lección alguna sino que por el contrario sólo deseo compartir con ustedes reflexiones sobre cómo afrontar el futuro en un mundo complejo partiendo de una situación que ya lo es mucho por si misma.
Creo que una situación de crisis como la actual genera cambios y eso es sinónimo de oportunidades. Esas oportunidades en un mundo globalizado y en continuo movimiento sólo pueden surgir desde la amplitud de miras, ciertas dosis de riesgo, la diferenciación y la innovación. En una realidad como la actual en la que conducimos un coche producido en cualquier lugar del mundo, nuestros hijos le piden a los Reyes Magos una Play Station, hablamos con ellos con el Messenger o buscamos un restaurante con el Google, pretender vivir mirándonos a nosotros mismos y hacer lo que siempre hemos hecho es estar lejos de la realidad. La clave del futuro para Sevilla en el siglo XXI es mirar al mundo, entender la globalización de usos y mercados como una oportunidad que podemos aprovechar con ilusión, con tesón y con el trabajo de cada día pero no con la faena de un solo día.
Las energías renovables que he usado como ejemplo son una oportunidad de desarrollo, pero hay otras. Ilusión, sacrificio y trabajo duro son elementos con los que podemos remontar esta situación y generar una mucho mejor.
Nuestra sociedad civil sevillana debe reaccionar contra la cultura de lo fácil, del sólo conservar lo que tengo, del “yo ya con esto vivo bien, disfrutemos de la vida”. Esa actitud nos lleva a ir retrocediendo poco a poco y a que se lleven la peor parte aquellos que no disfrutan de comodidades y que no disponen de capacidades para mejorar las cosas. El ensimismamiento y la complacencia son, desde mi punto de vista, actitudes que conduce a la decadencia y no al progreso, a la desigualdad y no al desarrollo colectivo.
El riesgo debe ser valorado como elemento que puede conducir al fracaso pero que es necesario para el éxito. El progreso viene de las iniciativas que uno tome y eso siempre conlleva un riesgo que por supuesto hay que minimizar y combatir con tesón, pero el mayor riesgo es no asumir ninguno. Nuestro futuro depende de la realidad del presente, del esfuerzo y del sacrificio diario de todos nosotros.
No es un problema de recursos humanos o de formación. Tenemos generaciones de jóvenes bien formados en nuestras universidades, capaces de competir en el mundo. Más bien ocurre que estos jóvenes están privados de esa posibilidad en nuestra tierra porque en la sociedad civil sevillana y andaluza primamos otras cosas.
Pensar que el gobierno de turno, el Estado o la administración nos va a traer el desarrollo está tan fuera de la realidad como pensar que nuestra historia, nuestro pasado o nuestros monumentos nos van procurar bienestar para todos. Nuestra sociedad tiene que reaccionar contra la cultura del inmovilismo y generar oportunidades saliendo de si misma. Tenemos que convertir el mundo en nuestra casa como lo fue en el siglo XVI y durante el esplendor del XVII, y convertir nuestras tradiciones en algo que nos arraiga pero no en algo en lo que vivamos permanentemente y en algo que nos bloquea. Como raíces nos tienen que fortalecer pero el desarrollo económico y social sólo son posibles proyectándose hacia fuera y aceptando retos.
Como decía al principio, y ya termino, nos encontramos en una situación difícil en la que muchas cosas están cambiando rápidamente y esto conducirá a un mundo diferente. En este cambio se producirán oportunidades que debemos aprovechar saliendo fuera, abandonando cualquier actitud inmovilista, asumiendo riesgos, con imaginación y con esfuerzo.
Creo que nos debe animar el hecho de que, en el complejo escenario de crisis internacional en el que nos encontramos, hemos visto por primera vez en nuestras vidas, como un presidente de los Estados Unidos ponía como ejemplo tecnológico a España en un campo como el de las energías renovables. Campo este en el (Ponencia impartida el 23 de mayo de 2009)que nuestra tierra, el sur, ha contribuido significativamente desde el primer momento a la generación de las nuevas tecnologías que hoy comienzan a dar sus frutos. Seguir en esa primera línea nos proporcionará resultados importantes desde un punto de vista económico y social.
Creo sinceramente que no podemos perder esta oportunidad. Se la debemos a nuestros hijos.
(Ponencia impartida el 28 de mayo de 2009 sobre Desarrollo Sostenible por Felipe Benjumea)