ECONOMÍA,  HIDRÓGENO,  Transición energética

El papel de las energías renovables (y el hidrógeno) en la era post Covid-19

Introducción

En la cumbre del clima celebrada a finales de 2019 en España, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunció un fuerte impulso en materia de desarrollo sostenible para los próximos años y un 2020 récord para la energía limpia. Sin embargo, a mediados de mayo de este 2020, la AIE ha declarado que la doble pandemia que vivimos -sanitaria y económica- desplomará la demanda de energía del planeta hasta un 6%, lo que supone el mayor shock desde la Segunda Guerra Mundial. En el cuarto mes del año, la generación procedente de fuentes de energía renovable representó un 47,9% del total y el 72,6% de la producción eléctrica correspondió a tecnologías que no emiten CO2. Y es que a pesar de los datos que demuestran la solidez de estas energías como activo de inversión, tanto los planes de la economía global como las tendencias se han visto interrumpidas abruptamente por el Covid-19.

Por ello, la Agencia Internacional de la Energía Renovable (Irena, por sus siglas en inglés: International Renewable Energy Agency), integrada por más de 100 líderes de este sector, ha hecho un llamamiento para que los objetivos de recuperación económica globales pasen por definir también unos objetivos sostenibles basados en el Acuerdo de París y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU. Esto requerirá de paquetes de políticas, inversión de recursos de hasta 130 billones de dólares y cooperación internacional que terminará revirtiendo a nivel global. De acuerdo con Irena, los empleos en energía renovable podrían cuadruplicarse hasta los 42 millones y aumentar el PIB mundial en 98 billones de dólares.

El caso de Europa

Las vulnerabilidades del sistema actual se han visto más expuestas que nunca a raíz de la actual crisis del coronavirus, pero Europa se ha puesto rápidamente manos a la obra. La respuesta de la Comisión Europea, con Ursula Von der Leyen como presidenta y el vicepresidente Frans Timmermans a la cabeza, ha sido el desarrollo del Plan de Recuperación Verde del coronavirus de la Unión Europea, que surge como una continuación del Green Deal anunciado el 11 de diciembre de 2019 y cuyo borrador ha sido presentado a los europarlamentarios. Los detalles se darán a conocer más adelante, pero ya han trascendido alguno de los puntos más relevantes: la apuesta por las energías renovables y el impulso al hidrógeno, descarbonizar el transporte, la renovación del parque de edificios europeos y un plan de economía circular que afecte a toda la cadena de valor.

En este Plan, la Comisión prepara impulsar 15 GW de energía renovable en el continente, principalmente solar fotovoltaica y eólica, con una inyección de 25.000 millones de euros y 10.000 millones adicionales, durante dos años, a los gobiernos que promuevan estas energías. Además, en el borrador, el hidrógeno es considerado como un combustible clave para Europa y una de sus prioridades es el desarrollo de una tecnología del hidrógeno sostenible: la Comisión destinará un fondo de alrededor de 10.000 millones durante 10 años para reducir sustancialmente los riesgos de los grandes proyectos de hidrógeno.

Por otra parte, la eurocomisaria de Energía, Kadri Simson no ha tardado en señalar ante el Parlamento Europeo que en junio de 2020 se presentará un plan estratégico para avanzar hacia un sistema energético más integrado que ayude a salir de la crisis al viejo continente. En paralelo, se trabajará en una comunicación estratégica sobre la energía generada a partir de hidrógeno que se espera desempeñe un papel clave en el futuro del sector en Europa.

El caso de España

El 19 de mayo, el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética (PLCCTE) fue aprobado en Consejo de Ministros. Este nuevo marco normativo será el que facilite en nuestro país el rumbo de la descarbonización de la economía en 10 años, en línea con lo establecido por la Unión Europea y el compromiso adoptado en el Acuerdo de París. Según las estimaciones incluidas en el Plan Nacional de Energía y Clima, la transición ecológica atraerá hasta 2030 más de 200.000 millones de euros de inversión, 350.000 empleos y un aumento del 1,8% del PIB, lo que significa hasta 25.700 millones de euros.

Este Proyecto de Ley se sustenta sobre tres pilares: el coche eléctrico, las energías renovables y el compromiso del mundo financiero. Además, plantea una oportunidad para la reactivación de la economía frente a la situación del Covid-19: incluye el hidrógeno como uno de los objetivos, buscando fomentar su uso. También el de gases renovables como el biogás o el biometano. Y no prevé autorizar nuevos proyectos en energías fósiles.

La vicepresidenta cuarta del gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, cree que el momento actual es una oportunidad para orientar el debate sobre cuál es la España que se quiere reconstruir y facilitar un proyecto sobre la recuperación alineado con el Pacto Verde Europeo. Si bien ha advertido que la propuesta normativa ha sido presentada en un momento extraordinario que nadie podría imaginar, destaca que la emergencia climática sigue ahí y solo podemos hacerle frente desde la responsabilidad, apelando a aprovechar todas las oportunidades y mejoras con una mirada social.

Mi reflexión

Todas las medidas frente al coronavirus que se han tomado en todos los países miembros, incluido España, han ido enfocadas a paliar los contagios y reducir al máximo posible los desplazamientos. Y, hasta que no tengamos una vacuna, difícilmente podremos volver a la normalidad. Inevitablemente, esto ha tenido y tiene una repercusión en la demanda de energía y consecuentemente, en los mercados. Las que atañen especialmente a las energías renovables son el retraso en los proyectos que actualmente se encontraban en construcción y la situación de inestabilidad e incertidumbre. Es lógico que la demora que estos proyectos en marcha puedan sufrir, junto con unas perspectivas inciertas para la inversión, pudieran dificultar la consecución de objetivos de capacidad renovable recogidos en los Planes Nacionales de Energía y Clima de Europa, pero es importante mantener una visión a largo plazo y adecuar los objetivos. Aquellos proyectos que eran viables antes de la crisis lo seguirán siendo después de esta y, a pesar de la situación actual de precios bajos en los mercados de electricidad, podrán suponer una gran palanca para favorecer una recuperación económica alineada con el medio ambiente.

Desde instituciones como el FMI, el G-20, el World Economic Forum y la propia Comisión Europea se alienta ya a un cambio de paradigma. La investigación y la innovación son vitales para seguir mejorando las tecnologías y reducir el coste de la energía sostenible. Esto es especialmente relevante en sectores como el transporte o el de almacenamiento de energía. Los organismos europeos ya se han decantado por apoyar el potencial para el desarrollo ‘bajo en carbono’, por lo que es solo cuestión de tiempo poder comenzar.

En España, el Proyecto de Ley podría ser la primera piedra sobre la que construir unos cimientos sólidos que levanten un marco institucional óptimo que contemple, a medio y largo plazo, la oportunidad que suponen las energías renovables. No solo para paliar las consecuencias del Covid-19, sino también para dibujar un futuro responsable con el medio ambiente y que impulse una transformación energética basada en las renovables.

Esta es la oportunidad de todos para cumplir los objetivos climáticos internacionales mientras se favorece el crecimiento económico, se crean millones de empleos y se mejora el futuro del bienestar humano.