Descarbonización,  HIDRÓGENO,  Transición energética

El hidrógeno llama a las puertas de la agenda política de la Unión Europea

La Iniciativa del Hidrógeno sellada el pasado mes de septiembre confirma el interés del sector por alcanzar una regulación ambiciosa que impulse este vector energético y garantice la sostenibilidad en el continente

Las presidencias rotatorias del Consejo de la Unión Europea suelen estar llenas de buenas intenciones. Sin embargo, las negociaciones a 27 (o 28) bandos suelen encallar en detalles de más o menos calado que, demasiado a menudo, hacen descarrilar algunos de los acuerdos que con más urgencia necesita la Unión Europea. No ha sido el caso de la presidencia que ostenta Austria, que a pesar de haber señalado a la seguridad y a la política migratoria como ejes de su semestre al frente de la Unión, sí ha conseguido marcarse un tanto en otro frente. Un hito histórico para la economía europea y para el que será el día a día de sus cientos de millones de ciudadanos: la firma de la Iniciativa del Hidrógeno.

El texto, sellado el pasado 17 de septiembre en la ciudad de Linz, no tiene carácter vinculante, pero es significativo por dos motivos. El primero, el número de firmantes: los gobiernos de 25 países europeos (23 de la UE, más Suiza e Islandia), la propia Comisión Europea y casi un centenar de empresas y asociaciones sectoriales. El segundo: la cantidad de sectores y aplicaciones a las que el uso del hidrógeno podría revolucionar para siempre y, por consiguiente, el amplio marco regulatorio que se abre en el seno de la Unión Europea, comprometida con la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030 marcada por Naciones Unidas para frenar el cambio climático.

El proceso de descarbonización al que necesariamente ha de enfrentarse el continente cuenta con el hidrógeno como uno de sus mejores aliados. El potencial del hidrógeno en el seno de la transición energética lo convierte en una herramienta indispensable y de nexo entre múltiples sectores como la energía, la industria o el transporte, entre otros muchos. No solo se abren nuevas oportunidades en el ámbito de la seguridad y la disponibilidad energética, sino que se dota a la Economía en su conjunto de una mayor eficiencia y rentabilidad al abandonar los combustibles fósiles, escasos y contaminantes.

Las posibilidades del hidrógeno no acaban ahí y el acuerdo contempla todos los frentes. Gracias a la promoción de la investigación y al uso de buenas prácticas, los firmantes se comprometen a avanzar en el desarrollo de tecnologías para el almacenamiento de energía en el corto y en el largo plazo, la integración del hidrógeno renovable en la red de gas natural y a explorar cómo convertir el hidrógeno renovable en metano sintético y otros combustibles renovables.

Todo esto, sumado por supuesto a la aplicación directa en otros sectores. La Iniciativa del Hidrógeno subraya directamente el abanico de posibles aplicaciones en los procesos industriales convencionales y señala al transporte como uno de sus pilares clave. Para este último, se promueve el establecimiento de la infraestructura de abastecimiento de combustible necesaria para cubrir el aumento de la demanda de hidrógeno.

En definitiva, el mercado del hidrógeno, considerado una quimera hace unos años, comienza ahora a ser una realidad que las instituciones nacionales e internacionales no pueden ni deben obviar. Con un acuerdo de este calibre, Europa da un paso en la buena dirección y, de trasladar este espíritu a la legislación comunitaria y a las normativas de cada país, el paso será de gigante.

Si el viejo continente aspira a liderar la Economía del futuro, debe ser clara su apuesta por las energías limpias y sus infinitas vertientes; una voluntad que recoge a la perfección la Iniciativa del Hidrógeno. Un documento al que España se ha adherido con la firma del Gobierno y de la Asociación Española del Hidrógeno, AeH2, además de algunos de sus miembros a título individual, entre los que figura H2B2. El país y el sector demuestran así convicción en el proyecto y ganas de liderar la transformación energética y económica. Ojalá este espíritu se traduzca más pronto que tarde en una legislación ambiciosa que sitúe a nuestro país a la vanguardia de una tecnología llamada a cambiar el mundo.